Un modelo muestra que las pesquerías que capturan especies altamente migratorias son las más expuestas al cambio climático, por lo que se insta a los gobiernos a trabajar de forma colaborativa para hacer frente a estos riesgos.
Un análisis de más de 500 pesquerías certificadas como sostenibles en todo el mundo sugiere que aquellas que capturan especies migratorias —como atunes, bonitos y peces picudos— son las más vulnerables a los impactos del desplazamiento de las poblaciones de peces y a la reducción del número de ejemplares en los ecosistemas marinos, como consecuencia del cambio climático.
El artículo científico “Riesgos del cambio climático para la pesca sostenible del futuro, utilizando datos globales de ecoetiquetado de productos del mar”, liderado por el Marine Stewardship Council (MSC) y publicado en la revista Cell Reports Sustainability, analizó los riesgos derivados del cambio climático para pesquerías de todo el mundo que utilizan distintos tipos de artes de pesca y que capturan 19 categorías diferentes de productos del mar, desde krill hasta langostas, y desde peces blancos hasta atunes.
El análisis reveló que las pesquerías que apuntan a especies altamente migratorias, como el atún, son las más expuestas. Las siguientes más vulnerables a los riesgos relacionados con la gestión fueron las que capturan pequeños pelágicos como la caballa, el arenque, el capelán y la bacaladilla azul, seguidas de las que pescan peces blancos como el bacalao, el eglefino, el lenguado, entre otras.
A medida que cambian las temperaturas oceánicas, las especies migratorias modifican sus rutas en busca de aguas más frías. Por ejemplo, el atún rojo del Atlántico ha regresado a las aguas del Reino Unido tras haber desaparecido durante décadas. En el Pacífico, hay señales crecientes de que los atunes se están desplazando del oeste hacia el este de la región. Cuando los atunes aparecen en nuevas jurisdicciones o en alta mar, se mueven hacia zonas del océano administradas por distintos países y sujetas a diferentes regulaciones. Esto probablemente aumentará los desacuerdos entre gobiernos sobre cuánto pueden capturar de cada población, lo que podría derivar en sobrepesca.
En contraste, las pesquerías que capturan invertebrados como bivalvos, cangrejos y camarones son las menos propensas a sufrir impactos del cambio climático relacionados con desacuerdos internacionales en la gestión, ya que estas especies son sedentarias o viven en el fondo marino y no migran. Sin embargo, los investigadores señalaron que estas especies podrían verse afectadas por otros impactos climáticos no incluidos en el estudio, como la acidificación de los océanos y las olas de calor marinas.
Esta investigación fue apoyada por el Proyecto de Atún del Programa Common Oceans, liderado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y por el Ocean Stewardship Fund. Los resultados sugieren que, para mitigar estos riesgos, se requiere una mayor cooperación internacional, por ejemplo, mediante la implementación de asignaciones adaptativas, en las que las cuotas de captura de los países se ajusten en función de los desplazamientos de las poblaciones de peces. Además, los gobiernos deben reducir aún más las emisiones de gases de efecto invernadero si desean seguir aprovechando de manera sostenible ciertas especies y garantizar existencias para las generaciones futuras.
El análisis solo incluyó datos de pesquerías certificadas por el MSC, pero los investigadores sugieren que las pesquerías que no cumplen con los requisitos de certificación del MSC probablemente sean más vulnerables a los efectos del cambio climático. Las pesquerías certificadas cuentan con planes de manejo sólidos y han cumplido con los requisitos de sostenibilidad y gestión responsable para obtener la certificación, lo que las hace potencialmente más resilientes frente a los impactos climáticos.
Lauren Koerner, autora principal del estudio y gerente de ciencia de datos del MSC, señaló:
"Los efectos del cambio climático están haciendo que todo tipo de especies modifiquen su comportamiento. Los peces se están moviendo a nuevas y diferentes ubicaciones y, como resultado, los acuerdos existentes entre países se vuelven rápidamente obsoletos, ya que las poblaciones se desplazan.
Hemos visto a pesquerías adaptando su enfoque para seguir siendo sostenibles, pero esto se vuelve cada vez más desafiante sin el apoyo de las organizaciones de gestión pesquera que respondan a los retos del cambio climático."
De cara a las negociaciones climáticas de la ONU (COP30) en noviembre, el MSC hace un llamado a los gobiernos a colaborar en la gestión de las poblaciones de peces, asegurando un trabajo conjunto a través de fronteras para proteger las especies de su declive.
Koerner añadió:
"El cambio climático no muestra señales de desacelerar y la demanda mundial de productos del mar continúa en aumento. Los gobiernos y las organizaciones de gestión pesquera deben adaptar sus prácticas para mantenerse al ritmo y asegurar que nuestros océanos sigan siendo saludables."
Joe Zelasney, gerente del Proyecto de Atún de Common Oceans, agregó:
"Con el cambio climático habrá ganadores y perdedores entre las pesquerías de atún, pero para algunos pequeños estados insulares en desarrollo, el impacto en sus economías podría ser devastador.
Es fundamental que los gobiernos y las cinco organizaciones regionales de gestión pesquera que administran las pesquerías de atún en alta mar trabajen estrechamente para anticiparse a los cambios y proteger los medios de vida y la seguridad alimentaria regional."

