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5 cosas que hemos aprendido del segundo informe de Evaluación Mundial de los Océanos de la ONU

La segunda Evaluación Mundial de los Océanos de la ONU (en inglés) ofrece motivos para ser optimistas, señala Ernesto Jardim, Director de Estándares de Pesquerías de MSC, pero se han desaprovechado varias oportunidades que en la próxima década van a requerir atención urgente.

1. Hoy de los océanos sabemos más, incluso qué es lo que no sabemos aún.

En el tiempo relativamente corto que ha transcurrido desde la publicación en 2015 del primer informe de Evaluación Mundial de los Océanos (en inglés), la humanidad ha avanzado mucho en lo que sabemos de nuestros océanos.

Las nuevas tecnologías han permitido, en parte, que se puedan recabar más datos y realizar más estudios de observación. Toda la información que se está recopilando posibilita que los científicos puedan examinar el océano en su totalidad y estudiarlo como lo que es, un conjunto de redes interconectadas, adoptando un enfoque más holístico.  

Con eso y todo, tener más conocimientos conlleva reconocer todo lo que nos falta por saber aún. En el informe se enumeran muchos aspectos sobre los que hay que saber más como son, por ejemplo, los efectos de las sustancias contaminantes sobre el entorno marino. Asimismo, se hace hincapié en lo importante que es la colaboración mundial para llegar a entender un sistema que es demasiado complejo para poder ser analizado y comprendido por un único colectivo.

Esperemos que un mensaje tan claro como este nos inspire a todos a colaborar con la iniciativa del Decenio de las Ciencias Oceánicas de la ONU y a “crear mejores condiciones para el desarrollo sostenible del océano.” 

2. La gestión pesquera está mejorando pero necesita un compromiso mayor.

En el informe se reconoce que la gestión pesquera está mejorando en muchas regiones, a pesar de que un tercio de las poblaciones de peces todavía sufre sobrepesca. Se hace referencia a determinados hallazgos científicos que indican que el 98% de las poblaciones que actualmente están sufriendo sobrepesca pueden recuperarse para mediados de este siglo si se gestionan adecuadamente. Como científico, estoy muy contento al ver que se ha demostrado que las evaluaciones científicas que se han efectuado sobre las poblaciones y que la gestión eficiente de las pesquerías producen resultados más sostenibles y están ayudando a avanzar en la dirección correcta, incluso a las pesquerías menos eficientes.

Las pesquerías con certificación de MSC de todo el mundo son pioneras en demostrar lo que significa la pesca sostenible y están trabajando duramente para alcanzar las mejores prácticas mundiales en materia de gestión de poblaciones y protección medioambiental. Todo ello está ayudando a alimentar a miles de millones de personas y, a la vez, está garantizando que haya pescado para las generaciones futuras.

Sin embargo, para que esto sea una realidad para todas las poblaciones de peces hacen falta mayores compromisos. En el informe se menciona el reducido apoyo que cuenta el Acuerdo sobre Medidas del Estado Rector del Puerto de la ONU, una herramienta ideada para luchar contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR). Como solo lo han suscrito un 40% de los países, no puede hacer lo que se supone que debería hacer, es decir, impedir la descarga de pesca INDNR.

El problema de la sobrepesca se ve agravado también por el fracaso de la Organización Mundial del Comercio (WTO) en alcanzar un acuerdo para prohibir los subsidios nocivos. Desde una perspectiva puramente económica, se estima que la sobrepesca ya le está costando al mundo unos 89.000 millones de dólares al año.

Esta falta de acción en ambos frentes es una clara señal de que los países no están haciendo lo suficiente para hacer frente a las numerosas y complejas contraprestaciones que son necesarias para poder gestionar satisfactoriamente el uso que la humanidad hace del océano. 

3. El exceso de capacidad pesquera sigue siendo un problema que va a empeorar si no se controla.

El informe establece, y con razón, que tener más barcos de pesca de los que se necesitan para pescar de forma sostenible es un problema grave. Los gobiernos y las entidades de ordenación pesquera no pueden denegar a todos los ciudadanos que tengan un barco de pesca el acceso a sus aguas para pescar, sobre todo después de haber permitido la construcción de dichos barcos y, en algunos casos, haber subsidiado el proceso. Si a esto le añadimos los avances tecnológicos que aumentan la capacidad pesquera de los barcos, los legisladores se arriesgan a entrar sin darse cuenta en una situación en donde la buena gestión pesquera se va a ver obstaculizada sencillamente por un exceso de barcos y de pescadores intentando ganarse la vida.

4. El desarrollo sostenible del océano es complejo y va más allá de los ODS de la ONU.

Celebro que el enfoque integrado del informe aporte un punto de vista más amplio ante los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS) . El elevado número de actividades que se desarrollan en el océano es sorprendente y pone de relieve la enorme tarea que nos espera para poder incluirlas en los marcos integrados de ordenación. 

Era imposible que un solo objetivo (ODS 14: la vida submarina) pudiera capturar toda la importancia que revisten nuestros océanos para el desarrollo. Fue una pena que al concebir los ODS, de los 17 solo se le dedicara uno a un ámbito que abarca dos tercios del planeta.

El informe está muy acertado al situar al océano en cada uno de los ODS y mostrar las interdependencias existentes. Ello aporta a la comunidad internacional muchos más matices con los que poder trabajar, por ejemplo, el reconocimiento de que el ruido subacuático es una forma de contaminación.

Nuestro propio estudio muestra que las pesquerías con certificación de MSC contribuyen a lograr, por lo menos, 34 metas diferentes que están sujetas a 5 ODS distintos (en inglés).

5. Hay cierta desconexión entre la ciencia y la política.

Desgraciadamente, el informe parece prestar muy poca atención a la relación entre la ciencia y la política. El nivel de desconexión actual entre los encargados de presentar evidencias científicas y los que deben actuar es frustrante, tanto para los legisladores como para los científicos.

Si queremos que la sociedad establezca un marco sostenible sobre qué uso debemos hacer del océano, es fundamental convertir los hallazgos científicos en medidas normativas o, simplemente, aportar hechos y evidencias que respalden las normas que se elaboren y las decisiones que se tomen. Debemos prestar especial atención al papel de la ciencia en “el desarrollo sostenible del océano”, y eliminar las barreras que limitan la aceptación de los hallazgos científicos. Resulta frustrante las oportunidades que se han perdido por no hacer esto, especialmente para aquellos que llevamos décadas invirtiendo y dedicando nuestros esfuerzos en las ciencias del mar.

Pero no es demasiado tarde para invertir la situación, me consuela creer que los autores de este informe son conscientes de estas preocupaciones. El inicio del Decenio de las Ciencias Oceánicas de la ONU es una gran oportunidad para que todos los que se preocupan por el mar propongan formas creativas y colaborativas de garantizar su futuro.

Porque podemos elegir aún si gestionamos la pesca de forma sostenible, en aras del bien común, o permitimos que la productividad y la biodiversidad de nuestros océanos se pierda para siempre.

El presente artículo responde al Informe de la segunda evaluación mundial de los océanos de la ONU publicado el 20 de noviembre de 2020.

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